Ibrahim Aqil, el comandante de Hezbollah asesinado en Beirut por el ejército israelí, fue uno de los líderes más importantes del grupo armado libanés respaldado por Irán, que sobrevivió a más de 40 años de conflicto con Israel. También conocido como Tahsin, Ibrahim Aqil, de sesenta años, era un veterano de Hezbollah, jefe de la unidad de fuerzas especiales (Radwan) comprometida en la primera línea del sur del Líbano en la guerra contra Israel. Para el Estado judío y para Estados Unidos era un “terrorista”. Washington le había ofrecido una recompensa de 7 millones de dólares por su presunta participación en ataques atribuidos a Hezbolá contra la embajada estadounidense en Beirut en abril de 1983, que causaron 63 muertes, y en el cuartel de los marines en octubre de 1983, en los que murieron 241 personas. En aquella ocasión también fue bombardeado un cuartel francés, provocando 58 muertos.

Aqil era parte de un grupo de jóvenes chiítas originarios del sur del Líbano, pero que vivían en Beirut, que habían sido revitalizados por la revolución iraní de 1979 y reclutados por los Guardias Revolucionarios del país en una red conocida inicialmente como Jihad Islámica y luego como Hezbollah. Su objetivo militar, guiados por sus mentores iraníes, era luchar contra Estados Unidos, que había enviado una fuerza de paz a Beirut, e Israel, que había ocupado gran parte del Líbano. Su objetivo político era transformar el Líbano en un Estado islámico alineado con Teherán.

Desde entonces casi todos han sido asesinados. Fuad Shukr murió en un ataque aéreo en julio. Shukr, que tenía 63 años cuando murió, era el jefe de personal de Hezbollah y tenía la tarea de obtener sus armas más poderosas. El miembro más destacado del grupo original era Imad Mugniyeh, a quien se atribuyó decenas de ataques contra objetivos estadounidenses, israelíes y judíos durante 25 años y murió en la explosión de un coche bomba en Damasco en 2008, atribuido al Mossad. Estados Unidos había acusado a Mugniyeh de desempeñar un papel central en los atentados con bombas contra la embajada estadounidense en Beirut en abril de 1983.

Desde 2012 ha sido enviado a la vecina Siria para organizar la contribución de Hezbollah a la sangrienta represión del gobierno sirio contra las protestas contra el régimen que estallaron en el país el año anterior y que pronto se convirtieron en una revuelta armada. Durante años, miembro del Consejo de la Jihad, considerado el órgano supremo de Hezbollah, Aqil tuvo un papel decisivo en la gestión de la Fuerza Radwan: especialmente en las últimas semanas después del asesinato de Fuad Shukr. Según algunas fuentes, Aqil había sido nombrado sucesor de Shukr en agosto.

Según los analistas libaneses, tras las explosiones de buscapersonas y walkie-talkies atribuidas a Israel y que entre el martes y el miércoles mataron a unos 40 combatientes del partido en Beirut y otras ciudades del país y dejaron incapacitados de por vida al menos a otros 3.000, el asesinato de Aqil it podría suponer un nuevo golpe al liderazgo de Hezbolá. Pero su eliminación no parece suficiente para comprometer la estructura del partido armado. Éste, como reiteró en las últimas horas su líder Hassan Nasrallah, sigue decidido a continuar la lucha armada contra Israel.

A lo largo de los años, el Estado judío ha matado a numerosos comandantes políticos y militares de partidos armados como Hezbolá y Hamás, sin conseguir, sin embargo, decapitar las estructuras de estas entidades antiisraelíes organizadas en torno a una serie de representantes militares que pueden ser rápidamente sustituidos por sus colegas igualmente experimentados.

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