Marine Le Pen, con sus expedientes bajo el brazo, anotó un punto bastante sorprendente el martes 15 de octubre contra el Parlamento Europeo. El golpe no debería cambiar el curso del proceso de los asistentes parlamentarios del Frente Nacional (FN) ante el tribunal penal de París, pero es un consuelo, sobre todo porque es el primero. Pudo demostrar que la administración había firmado un contrato falso para corregir un error, que altos funcionarios de Bruselas describieron discretamente como “un juego de escritura”pero que resulta ser una falsificación en escritura privada, por valor de 41.000 euros.

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La cuestión, es cierto, no es sencilla. Comienza con el accidente laboral de Jean-Claude Surbeck, asistente europeo de Marine Le Pen, que en realidad era su conductor. Su largo paro fue denunciado en Francia y su salario pagado por la Seguridad Social, pero no ante el Parlamento Europeo, que siguió pagándole la indemnización con un rigor que le honra.

De hecho, las dietas, los salarios y los gastos de misión de los diputados y sus asistentes son gestionados por “un tercero pagador”, Revco, una empresa contable que alivia a los funcionarios electos de las preocupaciones internas. Por lo tanto, fue Revco la que cometió un primer error al cobrar del Parlamento los salarios indebidos de los conductores. Sin embargo, al mismo tiempo, el contrato de asistente parlamentario del guardaespaldas de la Sra.a mí Le Pen no había sido validada en Bruselas porque la dotación financiera a la que tenía derecho el líder de la extrema derecha ya se había agotado. Revco consideró inteligente pagar al guardaespaldas con las sumas recuperadas del conductor. Sólo que Jean-Claude Surbeck estaba bien pagado, el guardaespaldas un poco menos: le faltaba dinero.

Explicaciones oscuras

La administración, que ya no prestaba mucha atención al cambio de compensación de uno a otro, debería haber dicho al tercero pagador que lo sentía, pero que la diferencia era de su bolsillo. Magnánimamente aceptó “compensar” el déficit y validó, con pleno conocimiento de causa, un contrato falso, de 1ejem Octubre al 31 de diciembre de 2011, con un sueldo estupendo para el agente de seguridad, 9.078,88 euros al mes, que evidentemente nunca cobró, o con unos cargos de 41.554,26 euros. Pero Revco recuperó sus costos.

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El caso plantea varios problemas. Una, la contabilidad, es obvia: el Parlamento Europeo ha compensado un error de pago de un tercero con el dinero de los contribuyentes y hoy le resulta difícil presentarse como el guardián inflexible de los fondos públicos. El otro lo falsificó en escritura privada. Por último, confirmó indirectamente el hecho de que el guardaespaldas era efectivamente un asistente parlamentario, remunerado cinco veces más por hora: por lo tanto, hoy en día es difícil discutir su condición de asistente. Didier Klethi, el riguroso Director General de Finanzas del Parlamento Europeo, que suele poner orden con notable autoridad en las ardientes declaraciones de la defensa, se lanzó el martes a oscuras explicaciones que dejaron al tribunal sin palabras y al Periodistas sin notas.

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